Luego de ser intervenida quirúrgicamente en varias ocasiones, para preservar su salud, Inés murió el día domingo a la siesta.
A principios de 2016, a partir de una serie de problemas ginecológicos que derivaron en una cirugía de alta complejidad, se detectaron masas tumorales. Si bien, la operación fue todo un éxito, se notó un desmejoramiento general en su salud dado el estado avanzado de su cáncer que fue dispersándose y comprometiendo diversos órganos. Todo este tiempo estuvo a cuidado intensivo del equipo veterinario de la Reserva y otros profesionales formados en la materia, pero lamentablemente todos los esfuerzos fueron insuficientes y hoy nos toca decirle hasta siempre.
Inés no sólo era una de los tapires más viejos del mundo (tenía 34 años), sino que se constituyó en un icono de nuestra comunidad, marcando a todos los estudiantes y docentes de la Facultad de Ciencias Naturales e IML- UNT que pasaron por la Reserva Experimental de Horco Molle. No caben dudas que Inés formará parte de nuestros mejores recuerdos y mayores orgullos.