En cuanto a las interacciones, en particular y de manera bastante evidente, la cuarentena nos obligó a recurrir a herramientas de interacción virtual que ya veníamos usando pero que ahora debimos usar de manera más concretas y casi exclusiva.
En base a mi experiencia, un punto interesante de señalar es que la virtualidad le quito a algunos interacciones pero le sumo a otras. En mi caso, lo que he notado es que le quitó a quienes habitualmente compartían mi lugar de trabajo horas de interacción y dedicación. Pero también empecé a tener interacciones más regulares con estudiantes (y colaboradores) que no comparten mi lugar de trabajo. Es decir, paso a ser más parecido asesorar a alguien que se encuentra en Tucumán respecto a quien está en otro lugar. No tengo una explicación muy clara para esto, porque antes de la cuarentena no había un impedimento muy claro y concreto para no tener las interacciones frecuentes con quienes están en otros lugares. Me queda pendiente pensar y aprender de este periodo, como usar el tiempo de asesoramiento de estudiantes de manera equitativa ante la evidencia de que no hay mayores barreras técnicas para interactuar con estudiantes que están lejos.
Con la virtualidad se pueden llevar adelante sin problemas las interacciones que como asesor tengo regularmente como son las reuniones semanales para realizar seguimiento y las sesiones de trabajo conjunto sobre algún aspecto. Al respecto, debo señalar, que las sesiones de trabajo conjunto por periodos de tiempo largos (2 a 4 hs) es algo que tendía a hacer en persona y pocas veces lo había hecho de manera virtual. Ahora no hubo opción, fueron todas virtuales y hoy me resulta evidente (y penoso) notar que era un recurso que no había utilizado con quienes no comparten mi lugar de trabajo. Antes de esta experiencia, creo que con quienes me encontraba a distancia estaba muy centrado en un esquema basado en la secuencia preparación de documento-revisión-corrección usando como soporte casi exclusivo el flujo de correos electrónicos. Creo que ahora me resulta más evidente (y lamento no haberme dado cuenta antes) que también me puedo juntar con quienes no están en mi oficina para trabajar sobre un set de datos, diseñar una figura, o redactar una sección particularmente trabada. Espero no perder este hábito en el futuro. Creo que seguiré refiriendo las reuniones en persona para muchas cosas, pero a pesar de ello con quienes debo trabajar a la distancia espero salir del esquema de preparación-revisión-corrección y pasar a un esquema de elaboración más colaborativa.
Dejando de lado los aspectos de interacción, creo que la situación de la pandemia y la cuarentena también son una oportunidad para que los asesores de candidatos a doctorado repasemos y reforcemos algunos mensajes respeto a las actividades necesarias para realizar un doctorado.
Estos mensajes a reforzar como asesores pueden ser especialmente relevantes para aquellos candidatos a quienes la cuarentena los encuentra en el medio de la toma de datos. Esta situación claramente representa un estrés adicional. La obtención de datos para el doctorado en general es uno de los indicadores más directo de avance. Comúnmente, quienes están al inicio del doctorado están ansiosos y preocupados por los recursos necesarios para salir al campo y quienes están en la segunda mitad del doctorado sienten que no deberían dejar de salir al campo y que ya habrá tiempo para escribir. La obtención de datos es un indicador de avance que funciona de una manera bastante clara y por lo tanto tranquilizadora (o estresante según el caso) tanto para el estudiante de doctorado como para los asesores. Además, hay personas que desarrollan una particularmente fuerte asociación entre estar avanzando en el doctorado y la acción de recolectar datos. Juntar n se puede transformar en un indicador excluyente hasta la obsesión y además puede ser divertido.
Sin embargo creo que particularmente pertinente recordar en tiempos de cuarentena, que hay otros aspectos muy importantes que atender del doctorado aunque puedan resultar menos estimulantes, divertidos y mensurables que la toma de datos. Me refiero a tres aspectos que se pueden hacerse en soledad y hasta puede ser deseable hacerlo así: i) adquirir conocimiento profundo y detallado del tema del doctorado; ii) adquirir capacidades de análisis e interpretación de datos; iii) adquirir capacidades de escritura.
En mi experiencia (incluida la realización de mi doctorado) se tiende a atender estos puntos en secuencia. Al principio del doctorado se lee mucho, luego se juntan datos, luego se ve como se analizan los datos y al final se escribe y lee (frenéticamente). Sin embargo creo que no atender el desarrollo de estos aspectos desde etapas tempranas del doctorado se puede pagar caro al final. Entonces como asesor, en este contexto y en términos simples trato de reforzar los siguientes mensajes:
1- recordar que cuando se lee una publicación también se trabaja en el doctorado. Y no hablo de lectura superficial, hablo de lectura en profundidad, crítica y en detalle respecto a los datos, los métodos usados y las ideas del trabajo. Si el director habitualmente es quien identifica y sugiere bibliografía relevante para el doctorado algo no está andando del todo bien. Es decir, que creo que es un buen momento para recordar a los candidatos, que hacer un doctorado implica estudiar en profundidad y exhaustivamente un tema. Y que esta actividad inicia en el día uno del doctorado y termina en la defensa.
2- recordar que tener los datos es una parte del problema, saber qué hacer con ellos es la otra. Analizar datos requiere capacidades metodológicas y alta tolerancia a la frustración. Muchas veces los análisis no saldrán bien desde el principio y habrá que poder adaptarse usando otros métodos no previstos o pudiendo interpretar los resultados no esperados. Mi recomendación sería usar el tiempo en reforzar capacidades de análisis. Fomentar la realización de análisis preliminares, ensayar métodos en conjunto haciendo talleres virtuales con quienes pueden estar interesados en métodos parecidos. Aprender a manejar herramienta de computación. Este punto en general se tiende a tratar de resolverlo con cursos, pero ese no es el único recurso. En particular creo que se puede recomendar usar activamente muchas opciones de recursos virtuales (que en algunos casos no necesariamente terminarán como créditos del doctorado) pero que pueden ayudar a desarrollar capacidades. De mi parte, trato de aplicar esta recomendación e invertir parte de mi tiempo de cuarentena en aprender nuevos métodos de análisis y herramientas.
3- escribir es difícil, cansador y hasta aburrido. Y por lo tanto, siempre es bueno escribir! aunque después lo escrito no necesariamente termine siendo parte de la tesis. Es necesario desarrollar el hábito de escribir. Escribir lo que se esté en condiciones de escribir: métodos, resultados, una versión fallida de la introducción o la versión final y condensada de la introducción. Particularmente me cuesta mucho recordarme a mí mismo y transmitirle a los demás, que los tiempos de escritura son muchos más prolongados de lo que uno imagina y que a veces poder escribir una sección de un publicación o de una tesis no se resuelve solo con dedicación de tiempo. Siendo burdo, cualquiera de nosotros puede llenar dos carillas con palabras en menos de dos horas. Ahora estimar cuanto tiempo llevará escribir la discusión de capítulo de la tesis es otro problema. Por lo tanto, cuanto más hábito de escritura se tiene y más material de base se dispone al llegar a la etapa final del doctorado, mejor.
Además, creo también importante reforzar el mensaje de que todo tiempo invertido en mejorar el manejo del idioma Ingles es ganancia para quienes quieren dedicarse a la actividad científica y hacer un buen doctorado.
Claramente, dependiendo la etapa en que se encuentre cada candidato, estos puntos serán más o menos relevantes y quizás obvios. Pero a quienes nos toca el rol de asesorar en la realización de un doctorado, este contexto creo nos obliga a reforzar estos mensajes. No es agradable la situación, pero así se dio. Como asesores, debemos hacer esfuerzos para que en este tiempo de aislamiento todos podamos sostener interacciones, pero a la vez evitar frustraciones por tener que trabajar solos. No está de más señalar que tendemos a olvidarnos (y quizás hasta lo tratamos de negar) que hacer un doctorado siempre incluyo muchas horas de trabajo en solitarios leyendo, escribiendo y analizando datos. Ante las condiciones dadas, tratemos de adaptarnos buscando formas alternativas de interacción y colaboración, pero también revalorizando el tiempo de soledad como algo necesario en el proceso de investigación y realización de un doctorado.